Me gustaba una mujer, muy hermosa ella. Lo que más me gustaba era su estilo y su sonrisa. ¡Era tan tierna! Tenía una voz entre tierna y sensual. Cuando la conocí, quedé perplejo. De inmediato me gustó. Me presenté con nervios. No sabía qué decir, a dónde mirar, cómo comportarme…
La conocí en una salida con amigos. Ella venía como amiga de una amiga de uno de mis amigos. Quería hablarle, sentarme con ella… estar con ella. Pero mis inseguridades flotaron, y no pude hacer más de lo normal: cruzar comentarios de vez en cuando, hacerle un favor (como alcanzarle algo) de vez en cuando… pero todo, siempre, en grupo.
Al final, cuando todos estaban bailando, yo me quedé en la mesa “cuidando las cosas”, pero realmente era porque tenía nervios. Ella se sentó primero que todos, y me preguntó ¿no bailas? Le dije “no soy buen bailarín, pero sí lo hago, sólo que ¿quién iba a cuidar las cosas? A lo que ella sonrió.
Ahí nos pusimos a hablar, qué hacíamos, con quién vivíamos, qué estudiábamos… etc. Cuando llevábamos como 45 minutos hablando, la amiga decidió irse, por lo cual ella también se iría. Lo único que pude decir fue “ash ¿ya te vas? ¿me vas a dejar solo?” a lo cual ella respondió con una sonrisa y me dijo “te acompaño por Instagram, agrégame y me escribes”, creo que no pude contener la sonrisa, y de inmediato la agregué. Mientras se organizaban para salir, se despedían de los demás y llegaba el carro, le dije “ya te saludé” y ella sonrió y em dijo “dale, ya hablamos”…
De mí fue el último que se despidió, pero me dio un beso bien puesto en la mejilla, me miró a los ojos y me dijo “ya seguimos hablando”. A mí ya no me importaba si estábamos de fiesta o no. Regularmente cuando salimos, yo bailo, recocho… estoy hablando todo el tiempo. Pero ese día sólo esperaba a que ella me respondiera.
Y en efecto lo hizo. Salí a fumarme un cigarrillo, y le conté a mi amigo. Él me dijo “con razón estaba tan raro. Pero bacano, ojalá le responda”… ese “ojalá” me hizo sentir inseguridad, pues sonó a que las probabilidades de que lo hiciera eran muy bajas. Y entró la ansiedad: me fumé otro cigarrillo. Cuando entramos, fui al baño, y no me aguanté las ganas, miraba mi Instagram y actualizaba, pero cero mensajes… Llegué a la mesa, hice lo mismo: cero mensajes. Empecé a desilusionarme, y salí nuevamente a fumar como a los 10 minutos. Había pasado ya unos 40 minutos desde que había salido. Me sentía mal porque ella me dio a entender que apenas se subiera al carro me escribiría.
20 minutos después, empezamos a organizarnos para irnos. Revisé nuevamente el celular, y nada. Nos subimos al carro, ellos fueron a seguir la fiesta, yo decidí irme para mi casa. Y cuando llegué, tenía un mensaje de ella donde me decía “acabé de llegar, cogimos algo de tráfico y me quedé hablando con mi amiga ¿cómo te está yendo, siguen allá?”
Ufff, yo estaba muy contento. Y le conté que no. Y bueno, nos pusimos a hablar. Nos quedamos como 2 horas chateando. Me dio su WhatsApp. Me dio miedo porque no sabía cómo actuar, si demostrar mucho, poco o nada. Pero hablamos normal como 3 días. Hasta que decidí invitarla a salir. Pero me dijo que tenía poco tiempo. Sin embargo, me dijo que me sacaría tiempo. Y ese día me llamó, por la noche. Me preguntó “¿qué haces”, le dije “nada, voy para la casa”, me dijo ¿Nos vemos? Estoy libre ahora.
Le dije que por supuesto que sí, que dónde nos veíamos. Elegimos un centro comercial. Nos vimos y UFF, jamás había sentido tanta química. Nos quedamos hasta tarde, pero sentí que no era necesario decirle que me gustaba… y aunque parecía que yo le gustaba también, eso sí me daba miedo preguntar.
Salimos como 3 veces en 2 semanas. Sí me sacó tiempo. Y un día, estábamos en un Pub: nos besamos. Ahí, de una le dije que ella me gustaba mucho, ella me dijo que yo también le gustaba… y seguimos saliendo. Nos besábamos, salimos de viaje cerca a la ciudad…
Cuando llevábamos 2 meses saliendo, la invité por tercera vez a mi casa. Ese día se quedó. Tuvimos relaciones, pero todo se dio, no busqué. Para mí, fue maravilloso. Todo, como iba, todo. Y entonces pensé “ella me gusta mucho, quiero que sea mi novia”, y se lo propuse. Ella me dijo que no quería tener una relación, que venía de una relación difícil, y que prefería estar sola.
Yo, todo ese tiempo siempre fui honesto, sincero… todo o hice bien. Caballeroso, detallista, atento. No quería ser apresurado, quería dejar las cosas fluyeran solas, que se dieran solas, no la quería que se sintiera presionada. Cuando tenía el carro la recogía del trabajo, la llevaba a la casa… Aunque nunca entré, ella me decía que su papá era muy celoso con eso.
A pesar de la negativa a una relación, seguimos saliendo como 2 meses más. Aunque me dio duro el no, igual le creí y pensé “dejaré que ella se sienta cómoda para iniciar”. Para mí ella era perfecta: poco trago, pocas fiestas, mujer trabajadora, atenta, responsable, hermosa…
Pero luego hice retrospectiva, y me di cuenta que habían algunas cosas raras. Empecé a sospechar.
Un viernes, la invité a mi casa, ya se había quedado varias veces. Ella aceptó, peor me dijo que no podía quedarse porque al otro día tenía que trabajar (ella no trabajaba los fines de semana), que porque su compañera estaba incapacitada y le tocaba cubrir el turno. Dije “okey, no hay lío”. Ella se quedó dormida y se despertó asustada como a la 1am, que se tenía que ir. Y le dije “no te preocupes, madrugo y nos vamos temprano y te llevo a tu casa, te espero afuera, te organizas y te llevo al trabajo” y me dijo que no, que se tenía que arreglar y lavar el pelo, que eso se demoraba, que prefería irse ya. Le dije “te llevo”, me dijo “no te preocupes, ya pido un carro”. Y así fue, se fue.
Luego, al otro día estaba como rara. Actitudes que empecé a notar desde antes, ciertos días de la semana ella se ponía así.
¿Saben qué pasó? Que tenía otro man. Y no es que no tuviera tiempo, es que con el man se veían seguido, porque era del mismo conjunto. Y, ese día que se fue tarde la noche y que supuestamente tenía que trabajar, era que se iba de viaje con el otro, y como vivían en el mismo conjunto de ahí salían.
¿Cómo lo supe?
Un día que le compré un regalo porque me nació: quise llevarle un peluche de una serie que a los 2 nos gustaba. Lo vi, pensé en ella y lo compré. Cuando llegué, ella estaba besando al man, se subieron a la moto, los seguí. Y entraron al mismo edificio. Pensé “¿no que el papá no la dejaba?
La confronté y me contó que él era el exnovio, pero que estaban arreglando las cosas. Me fui de ahí, muy dolido. Ella me dijo que luego, si terminaban, me buscaba. Le dije que no hiciera eso. Y me fui de ahí. Quería llorar.
Un mes después salimos en grupo otra vez, fue la amiga, y ella me contó que ellos llevaban años, y que jamás habían terminado. Sólo que ese día que ella fue, a la fiesta donde la conocí, habían peleado.
Me sentí tonto, por confiar en alguien que, por estar tan tragado, demostró señales de alerta (red flags), y yo de tonto le creí. Le ofrecí lo mejor de mí, porque pensé que esa química se daba una vez en la vida, y resulta que no fue química, sólo ella quería tener a quien la tratara como quizá su novio no lo hacía, y llegué yo.
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